sábado, 17 de diciembre de 2011

¿QUIÉN DIJO? (POR MÓNICA LORENA CARRILLO SALAZAR)

Posted on | sábado 17 de diciembre de 2011 | No Comments

Quién dijo qué los árboles
no se movían...
acaso no vio las hojas
caer sobre el pasto
después del movimiento
de las ramas al sentir
la brisa jugar con
los rayos del sol,
rozantes desprevenidos
del oscuro tallo que sucumbe
ante las prótesis de hierro
manipuladas por el hombre
que cae en el vacío
sin dios o diablo
como salvación.

...

Sobre la autora:
Mónica Lorena Carrillo Salazar. Nací el 20 de Febrero de 1991 en la ciudad de Ibagué, cursé estudios de primaria en la Escuela Cacique Calarca, después ingrese a la Escula Normal Superior de Ibagué de la cual me gradue en el año 2007. Ingrese al ciclo complementario con enfasis en Lengua Castellana, este fue finalizado en el año 2009. Actualmente curso Licenciatura en Lengua Castellana en la Universidad del Tolima, en donde pertenezco al semillero de investigaciòn de Literatura EPELILA, dos poemas de mi autoria (ROCE y ¿QUIEN DIJO?) fueron publicados en el mes de septiembre de 2011 por el centro cultural en Palabra Realizada, antologáa de talleres literarios de la Universidad del Tolima.

FUENTE: Tomado del blog de MACONDO LITERARIO: http://macondoliterario.blogspot.com/

viernes, 16 de diciembre de 2011

DISFRUTA EN ESTA TEMPORADA DE VACACIONES 2011-2012 DE LA LECTURA DE CUENTOS EN EL BLOG DE MACONDO LITERARIO

AZAEL (POR JOAQUÍN ANDRÉS RUEDA MUÑOZ)

Posted on | viernes 16 de diciembre de 2011 | No Comments
Música que navega por entre las venas del viento,
que enredas las direcciones que sonríen las estrellas
y asientas tu presencia en el camino del crepúsculo,
vínculo vital entre la vida y la muerte,
abierto en las pupilas del recién nacido
en que la imagen no arrastra como sombra al contenido
en que toda forma es un laberinto
una dimensión precipitada en el vértigo al vacío.
La mirada extática transformada en alarido
que a medida que se desprenden las hojas del calendario,
las horas ensombrecen su asombro, los días hacen ajena su vista,
los años, a las sonrisas.
Y devienen al niño en quimera apática
donde vivir se ha construido en una ensordecedora
orgía de máquinas, ensoñación sin alma.
Los hombres, intimidados, ya no escuchan los tambores del corazón,
ni siquiera los vientos en su respiración.

Música que alimenta su sinfonía en valles de césped
y encuentra su melodía en la fricción del grillo,
su lírica en el parpadeo de la luciérnaga,
su percusión en el croar de las lagunas,
su tiempo en el devenir de las ondulaciones del río.
Tu, música, que vives en toda manifestación del universo,
inclusive tu ritmo naufraga en el ingrávido silencio,
no desamparas al niño que anhela tu presencia
y así, en las noches, te le apareces en un suave zumbido
que produce el guardián del infinito,
un diminuto mosquito,
enojado, al sentir que no escucha,
le deja una roncha en la piel
para que cuando la rasque se introduzca en su sublime orquesta
y alucine con los sonidos que produce su cuerpo,
Él, su propio instrumento.

Ya más viejo se enamoró del poder de la imagen
para traer a las junglas de cemento la presencia inmortal del monte,
vorágine elemental, amalgama de color y sombra;
y descubrió en la máquina la magia del mosquito.
Se encontró con la sagrada y olvidada meditación,
del dolor como experiencia evolutiva,
del arte portátil, el místico tatuaje
transformación de la piel en superficie-espejo
en que con el dedo se dibuja un camino sincero,
sanación del equilibrio de la imagen,
en que las cicatrices son textura del silencio,
fiel comunión entre el falo de motor y el pellejo receptor;
y cada figura es una señal, un recuerdo,
de la música que habita nuestro centro.

...

Sobre el autor:
Joaquín Andrés Rueda Muñoz. Nací en Bucaramanga, Santander. Actualmente ando estudiando estudios literarios en la Universdiad Javeriana, me han publicado algunos poemas en las revistas de estudiantes de mi facultad.

FUENTE: Tomado del blog de MACONDO LITERARIO: http://macondoliterario.blogspot.com/

miércoles, 14 de diciembre de 2011

CUENTOS TEMPORADA DE VACACIONES 2011-2012 MACONDO LITERARIO

PROCESO PARA CONFIRMAR LA EXISTENCIA DE DIOS (POR JHON AGUDELO GARCÍA)

Posted on | miércoles 14 de diciembre de 2011 | No Comments
Dios existe. Para encontrarlo debes bajar. ¡No tan rápido!, así, lento, muy lento. Si tienes destreza baja con algo de ritmo, deslizando tu lengua por su abdomen, eso ayudará. Detente en su ombligo y haz un remolino, una succión y déjale un pequeño mordisco, demostrándole lo que tienes para ofrecer. Sigue bajando. Si el bosque está agreste ve directo al altar; si está transitable, no lo dudes, transítalo y palpa el altar con tu mentón. Toma postura. Guarda aire. Observa la zona sagrada y humedece tus labios. Deja que entre hasta el límite, ahógate, atragántate por unos segundos. Hay quienes esperan atrapar a Dios con uñas y dientes: están en un grave error, las uñas y los dientes raspan la textura de su misericordia, lo alejan de tu insignificante presencia. No es fácil conocer a Dios, debes esforzarte para ascender hacia su trono. Ahora baja y sube, sube y baja, juega con tu lengua, con tus labios, con tu imaginación. En el camino, sentirás que Dios se acerca y el miedo rodeará tus células, algo normal ante una inminente revelación divina.


Has sido bueno. Él, tu prójimo, tiembla, delira en un estado sagrado, sucumbe ante la grandeza de Dios. Ha traspapelado sus palabras. Ha dejado el feo hábito de reducir su realidad al contenido de un diccionario. Está sintiendo la existencia del altísimo, lo has despojado de la aptitud para nombrarlo, para hacerlo verbo. Ha despedido al Dios de la realidad y ha conocido al Dios de la verdad: está con él en el paraíso. Has sido un cristiano ejemplar. ¿Y tú? ¿Qué hay de ti y tus ganas de conocerlo? Aguarda, Dios pronto estará deslizándose por tu garganta.


...


Sobre el autor:
Jhon Agudelo García (Medellín, 26 de abril de 1988) Estudiante de letras: filología hispánica de la Universidad de Antioquia. Alterna la narrativa con la lírica y las cartas de seducción. Ha sido invitado a diversos recitales de poesía (de esos donde la gente aplaude por quedar bien). No es nadaísta, postnadaísta, protonadaísta, ni zoonadaísta. Políticamente se decanta por una izquierda-centro con tendencia a la derecha. Se corta las uñas antes de que la mugre se acumule. Calienta el vino para dárselas de interesante. Se lava los dientes después de cada comida. No soporta una semana sin enamorarse. Dice que es escritor para que no lo obliguen a trabajar. A más de cinco mujeres les ha prometido amor hasta la tumba. Su tema recurrente es la muerte, sin usar la palabra -carmesí-. No es marica pero sabe reconocer a un tipo guapo. Le robaron un premio insípido en la UdeA, categoría mejor relato de ficción 2011 con su cuento Día rojo (quedó dizque de finalista). Primera mención en el concurso nacional de cuento Universidad Externado con el cuento que les comparte. Espera la noticia de los ganadores en el concurso nacional de cuento RCN (si su cuento El último viaje no es elegido, ya es finalista, nadie le quitará lo bailado). Actualmente envejece en el municipio de Bello. El cuento aquí publicado fue Primera mención Concurso Nacional de Cuento 2011 de la Universidad Externado de Colombia.


martes, 13 de diciembre de 2011

¡CUENTOS TEMPORADA DE VACACIONES EN MACONDO LITERARIO!

RECORRIDO FINAL (POR JAIME LONDOÑO)

Posted on | martes 13 de diciembre de 2011 | No Comments
La mano se pone esbelta, se acicala con la cara mientras ve pasar la calle por la ventana. Se asoma a los nudos del pelo y juega con el viento que se cuela entre las cortinas vaporosas. La mano se empina sobre el alfeizar para ver quién pasa por la acera a saludarla. La mano recorre el marco con ese dejo que tienen los movimientos solitarios de quien se sabe sola. No hay cerrojos ni grilletes que la atajen, pero no puede salir, y aunque nadie se lo impide, se queda quieta oyendo cómo el pulgar cuenta las horas sobre los otros dedos que esperan con ansia la sesión que los hace grupo en el silencio. A veces la mano salta desde la ventana hasta la silla, desciende tambaleándose como un paracaídas sobre el tapizado. Allí se apacigua un poco con las texturas; empieza a trazar dibujos incomprensibles por el terciopelo que cambia de tonalidades con el paso de los dedos. Primero pinta paralelas, luego horizontales; juega un triqui imaginario contra sí misma. Borra el resultado. Elabora un camino y una casa con su mata desproporcionada al lado. Sobre el dibujo el dedo medio inicia “Himno a la alegría”, pero sólo llega hasta el índice: al aparecer la palabra alegría todo cesa. Se van Beethoven, los trazos y cualquier indico del que se deduzca que allí hubo algo de armonía. Entonces aparece lo militar, cada uno de los dedos empieza a tocar el paño con ímpetu y precisión. Un poco cansada del concierto para la ausencia, va hasta la cocina galopando en los dedos sobre el frío de las paredes como una manada de trenes desbocados, con el humo a cuestas y sin poder apaciguarlo llega a la caja de cerillos. Enciende el fogón y pone el agua. Algo tibio también tienen los dedos al ir por los anaqueles tras el plato y la taza. Sabe que es mejor no tomar azúcar cuando hay amargura, esas digresiones ocasionan tristezas más profundas que las certezas. La mano toma una de las bolsas del té, la deposita con cuidado en el fondo de la taza. Siente un poco de rabia con el agua que también la hace esperar, aunque sabe de memoria que ella no faltará a la cita con el silencio. La mano sale de la cocina para no observar en la lentitud del agua el otro recorrido que hace el tiempo cuando se estira empecinado. Se asoma un poco al espejo del baño y nota que está algo húmeda, se mira en la ceja a ver si los nervios le han dejado algo de dignidad al pulso. Quién sabe si la nostalgia también opera a lo largo de las uñas y obliga a las manos a empuñar las armas contra las hojas secas que penden de las ramas: la mano las toma, las arruga con rabia, y las tira a la caneca como sin con esa acción se pudiera deshacer de todo el pasado, de la amnesia que sufren los que no la visitan. Sosegada regresa a la cocina por el agua que bulle, roza con desgano el talego del pan. -Migas, esa es la vida, migas-, recuerdan los nudillos al lado de la nevera que ronronea como el gato erizado indicando que todo se congela. Un poco de agua fría ablanda el dolor ocasionado por el grito de vapor que salió de la tetera. El agua corre como los segundos por las venas, la luz de la tarde que se cuela baila con las tonadas que canta el sifón al compás de los dedos adoloridos que se sacuden bajo el chorro. La mano se sabe de memoria los datos que la dejan a la deriva en el cuarto que habitan los silencios, se calienta las yemas con el calor de la taza que se balancea entre los dedos. Por fin toma lo que busca, hace de su viaje por los contornos metálicos una pequeña nota en los gestos que despiden el aire.

...

Sobre el autor:
Jaime Londoño. Bogotá 1959.Escritor, editor y profesor universitario. Se graduó de literatura en la Universidad Javeriana de Bogotá. Organizó, junto con otros poetas, el Primer encuentro de niños poetas colombianos. Promovió el Segundo encuentro de estudiantes de letras y ciencias sociales, patrocinado por La Facultad de Literatura de la Universidad Javeriana. Libros de poemas:Hechos para una vida anormal 1997, Alquimistas Ambulantes 2001, Mago sólo hay uno 2004 y Fantasmas S.A. 2007. De historia: Epitafios: algo de historia hasta esta tarde pasando por Armero. Compiló: Antología de la poesía joven. Textos educativos: Competencias escriturales de prejardin a once. Traducción:El alma del hombre bajo el socialismo de Oscar Wilde. Coordina para la Casa de poesía Silva talleres dirigidos a los niños de los colegios distritales, dentro del programa Escuela-Ciudad-Escuela. Tiene un taller de poesía gratuito desde hace 10 años los domingos a las 3 pm en el parque de Usaquén, dirige la Editorial Domingo Atrasado y dicta clases en la Universidad Autónoma de Colombia.

Tomado del blog Macondo Literario
Encuentra este cuento y muchos más ingresando al blog: http://macondoliterario.blogspot.com/